sábado, 17 de noviembre de 2012

Amor Violento




Riiiiing, Riiiiiing!!!

            No esperaba visitas, dejo de lavar los platos, me asomo por el "ojo de buey" de la puerta, simplemente pude observar dos hombros, uno por la izquierda y el otro por la derecha.

Riiiing, Riiiing!!!

            Sin escuchar mi corazonada que a gritos decía "no abras" decidí abrir la puerta, apenas abro, con la velocidad de una brisa, ingresa un enano de cabello negro azabache, lleno de rulos, un rostro regordete y sudoroso, con una barba de al menos 3 días, un puro a medio fumar y vestido con una gabardina que ocultaba su gorda panza, y un bulto en su espalda que no pude descifrar de que se trataba, detrás de él, como un verdadero séquito, ingresan dos gigantes gemelos, dueños de los hombros que observé antes de abrir, de contexturas toscas, una altura que casi alcanzaba el techo de mi departamento, cabellos corte militar, ojos pequeños, mentón cuadrado y narices chatas (me recordaron a un boxeador), a fin de cuentas un par de Gorilas sub-desarrollados, la única definición con la que podría describirlos. El ingreso de este trío fue tan rápido que me quedé parado, con la puerta y la boca abierta, y sorprendido con la velocidad con que mi espacio fue invadido. Llegaron hasta al living y tomaron asiento, cada gigante en los extremos del sillón y el enano al centro.




            El enano me mira, señal que me hizo reaccionar cerrando la puerta, y la boca. Me señala la silla frente a ellos con la vista, lo único que me separaría de ellos era la mesa de centro, como un cordero que se camina al matadero, me dirijo a la silla, tomo asiento lentamente observando con terror al par de gorilas, quizás la única razón por la que obedecí, sus expresiones eran un claro "Vamos chico, desobedece y verás", al terminar de tomar asiento, sin atreverme aún a preguntar alguna cosa, el enano asiente, en ese instante sentí como un verdadero perro mostrando la nueva "gracia" aprendida. Finalmente el enano se saca el puro de la boca y recorre con la mirada mi mesa de centro, buscando algún cenicero, al observar que no encontró ninguno, sentí como mi rostro se cubría de un pequeñas perlas de sudor, mientras observé para todos lados en busca de algo parecido a un cenicero, a pesar de no fumar. El enano echa un vistazo a su guardaespalda del costado derecho y éste, de forma automática, mete su mano derecha en su chaqueta. Hay momentos en que ves tu vida completa pasar en un minuto frente a tus ojos, especialmente cuando un tipo gigante con apariencia de gángster mete su mano en su chaqueta, acción que toma menos de un minuto, pero en ese pequeño lapso de tiempo mi cerebro, rápidamente, comienza a tomar los recuerdos más importante dejando a un lado algunos que no vale la pena recordar, todo en virtud del tiempo, que para mí fue un minuto. El gorila saca la mano de la chaqueta y, automáticamente, cierro los ojos esperando lo peor, sólo escucho un golpe seco sobre la mesa, abro lentamente el ojo izquierdo y miro como el enano deposita su puro en un cenicero.

-Bonito departamento –dice con voz ronca y carrasposa, observando todo a su alrededor. Detiene la mirada en el dormitorio que se podía observar desde su posición- ¿Es de un dormitorio?

-ss...si –respondí, tratando de recuperarme del susto anterior.

-¿Y por qué?-preguntó, con un tono que me hizo pensar que ya conocía la respuesta.

-porque no...no necesito otro –ví su mirada y sabía que debía agregar más a la respuesta-… pu... pues vivo solo.

-¡Maldita sea!-grita, golpeando la mesa con su mano derecha.

            De mi silla salté más de un metro, debí suponer desde un principio que las cosas se pondrían feas, pero no pensé que fuera tan pronto. Los gorilas solo esperaban la orden de su pequeño jefe, quién continuó en tono golpeado y fuerte, su rostro rojo por el esfuerzo.

-Los tipos como tú me dan asco y, lo que es peor, me dan problemas, imagino que no deseas darme problemas ¿verdad? -dice colocándose de pie con las manos sobre la mesa y acercando su cabeza hacia mí, con una sonrisa que no era de amabilidad.

            Yo negaba con la mi cabeza hundido en la silla

- Mira chico... -ceremoniosamente se vuelve a sentar y rascándose la frente por unos segundos, cambiando su expresión a una de preocupación, como cuando un padre le habla a su hijo para explicarle los golpes de la vida que puede recibir en el futuro- las cosas del Amor no son color Rosa como todo el mundo cree o dice, es más bien color Verde… como decírtelo más claro… más que un sentimiento es un negocio, un negocio en donde se mueve mucho dinero, cantidades que ni te imaginas y donde hay mucho dinero existen muchas personas que quieren su tajada, justamente esas personas son las que –junta las manos empuñadas y realiza el gesto de retorcer algo- me presionan, por ejemplo, tenemos a las compañías de tarjetas, un montón de seudo-pensadores, que vierten sus idiotas palabras en idiotas imágenes –el gesto de repugnancia fue muy expresivo de su parte-, los puedo manejar. El sindicato de Floristas, tipos duros, pero que saben cómo tratar una flor, algo irónico de su parte, también los puedo manejar. Finalmente están los fabricantes de peluches, esos tipos sí que son como en concreto, no te creerías con que rellenan esos tiernos monigotes, - miró una zona de mí anatomía que me dejó muy preocupado-. También uno que otro pequeño minorista, que me hacen la vida difícil –se echa hacía atrás para tomar aire-. Todos ellos exigen cumplimiento de cuotas, o sea cantidad de personas enamoradas que revoloteen por ahí, los únicos clientes de estos malditos, por lo que dependen de mí para asegurar el negocio, mientras tú aquí te das la vida de lombriz solitaria.

-¿y quién es Ud.?-decidí a preguntar de una vez, terminado su discurso, a pesar de estar aterrado por mi propio atrevimiento.

-¿Quién soy?... Jajaja -ríe mirando a sus gorilas, con un tono fuerte y burlesco.

            El enano se coloca de pie, manteniendo la sonrisa burlona en su regordete y barbudo rostro, comienza a desabrocharse la gabardina, dejándola caer, sólo llevaba puesto un pañal, mostrando toda su peluda y brillante panza, para mi sorpresa, de su espalda asomaron dos pequeñas alas, de las que escaparon un par de plumas.

-¡Soy el maldito cupido! -dijo con voz fuerte, que coloreó su rostro al rojo, los gorilas y yo temimos de aquella imagen.

-¿Cu..Cupido?. Pero que haces aquí… ¿existes? –Debió ser mi primera pregunta-… ade...además yo vivo solo.

-Por esa misma, y única, razón vengo, para realizar mi trabajo –responde Cupido, volviendo a tomar el puro-. Eres un verdadero dolor de cabeza en nuestro negocio, ninguno de mis inútiles empleados, esos caritas de bebé que rondan por ahí, han cumplido, y aquí me tienes "si quieres que las cosas se realicen bien debes hacerlas tú personalmente", así que espero tu colaboración esta vez chico, porque no creo que desees que aquí, mis socios Desconsuelo –apuntando al gigante de la derecha- y Despecho -apuntando al de la izquierda- te enseñen el verdadero significado de "el amor duele".

            Cada uno de los gigantes, en forma sincrónica, abre la mano izquierda que luego golpean con el puño derecho, mientras Cupido mantenía su sonrisa burlona. Le da un vistazo a uno de los gorilas, el de la izquierda, quien instantáneamente realiza la misma rutina que su gemelo, introducir su mano en la chaqueta, de la que saca un pequeño papel, que entrega a su pequeño jefe, éste lo toma y lo deja en la mesa, sin ningún tipo de delicadeza, al menos no la que uno esperaba de Cupido. La arrastra hacía mi.

-¿La reconoces? –me pregunta sacando la mano de encima del papel.

            El pequeño papel resultó ser una fotografía de una mujer de cabello largo, y oscuro, un rostro un poco alargado y con frenillos, con cierto trabajo comencé a pensar de quién se trataba. Después de pensar un momento la reconocí

-Es la cajera del lugar donde voy a cancelar las cuentas –respondí.

-Correcto, comenzamos con el pie derecho... –comenta Cupido realizando la pausa esperando algo de mí.

-¿Qué ocurre con ella? –pregunté, esperando que eso fuese lo que esperaba.

-Ella será tu nueva pareja, así todos podemos "ser felices comiendo..." y toda esa basura que viene -termina diciendo, mientras comienza a colocarse su gabardina.

-Momento Sr. Cupido…-interrumpí su trabajo de cubrirse las alas- ¿cómo que ella será mi nueva pareja?-traté de entender, aunque a decir verdad estaba claro.

-Mira chico –Dice Cupido levantando la vista del último botón de su gabardina-, ya te comenté que no deseo más problemas de los que ya tengo, así que estas son mis últimas palabras y escúchalas bien. Mañana vas a pagar tus cuentas y se enamoraran, se irán a vivir juntos, serán felices y..bla, bla, bla, mientras yo cumplo con las cuotas que mis otros socios exigen, cosa que también nos hará felices y, como ves, todos somos beneficiados. Simple.

            Cupido comienza a caminar, apagando antes el puro en el cenicero, realiza un gesto a sus gorilas los que sin tiempo para la duda se levanten, sin dejar de entregarme las más feas de sus caras, si es que eso fuese posible.

            No podía creer que me designen una pareja sin que yo pueda escoger, al menos me atraiga en lo más mínimo, recordé las historias de cómo las personas en la antigüedad preparaban los matrimonios, sin que los involucrados directos conocieran a su pareja, ese mismo tipo de compromiso, por interés,  ocurre en mi propio departamento.

-Pero ella no me atrae- dije, a pesar de no atender nuevamente a mi instinto de supervivencia.

            Cupido se gira, ya con un color morado, mágicamente se encontraba con un nuevo puro, del que echo la mayor cantidad de humo que pudo. Se acerca a mi estantería, recorre con la vista todos los libros y toma el más grueso, se lo entrega a su guardaespaldas de la izquierda, creo que se llamaba Despecho, mientras lo entrega su rostro cambia, casi sin que yo lo pueda notar, a uno más tranquilo y hasta apacible.

-Imaginemos que este eres tú, hipotéticamente claro está -dice apuntando hacia atrás, en dirección del gorila con el libro- y como podrás observar mi socio realizará una pequeña demostración de lo que podría llegar a sucederte, accidentalmente claro está.

            Cupido levanta su mano derecha y chista los dedos, a lo que Despecho, como si se tratara de 2 hojas, rompe sin esfuerzo el libro con más de 950 páginas, un hermoso ejemplar con la obra completa de Dalí. Cupido aspira su puro, disfrutando profundamente aquella bocanada.

-Si mañana –comienza a decir- a las 9.00 de la mañana no te encuentras pagando tus benditas cuentas con la cajera, mis colegas aquí –con el pulgar apunta hacía atrás- estarán gustosos en llevar a un hombre con las piernas quebradas a pagar sus cuentas "capicci".

-Esta bien Sr.- respondí para que de una vez se fueran de mi departamento.

            Uno de los Gorilas abre la puerta, el otro sale primero, observa para ambos lados del pasillo del piso, se hace a un lado y Cupido comienza su salida, finalmente el gorila que abrió la puerta sale dando un portazo que pensé terminaría con ella.

            Con mi corazón latiendo a mil por horas, no por la noticia de saber que mañana tendría que enamorarme, sino por el problema en que me había metido por seguir soltero y sin amar a nadie. Me levanté y lentamente caminé hacía el balcón, me asomé por él, pensando en la pregunta que invadiría mi mente hasta mañana "¿qué me pasará mañana?".

FIN

Riiiiing, Riiiiiing!!!

            No esperaba visitas, dejo de lavar los platos, me asomo por el "ojo de buey" de la puerta, simplemente pude observar dos hombros, uno por la izquierda y el otro por la derecha.

Riiiing, Riiiing!!!

            Sin escuchar mi corazonada que a gritos decía "no abras" decidí abrir la puerta, apenas abro, con la velocidad de una brisa, ingresa un enano de cabello negro azabache, lleno de rulos, un rostro regordete y sudoroso, con una barba de al menos 3 días, un puro a medio fumar y vestido con una gabardina que ocultaba su gorda panza, y un bulto en su espalda que no pude descifrar de que se trataba, detrás de él, como un verdadero séquito, ingresan dos gigantes gemelos, dueños de los hombros que observé antes de abrir, de contexturas toscas, una altura que casi alcanzaba el techo de mi departamento, cabellos corte militar, ojos pequeños, mentón cuadrado y narices chatas (me recordaron a un boxeador), a fin de cuentas un par de Gorilas sub-desarrollados, la única definición con la que podría describirlos. El ingreso de este trío fue tan rápido que me quedé parado, con la puerta y la boca abierta, y sorprendido con la velocidad con que mi espacio fue invadido. Llegaron hasta al living y tomaron asiento, cada gigante en los extremos del sillón y el enano al centro.


            El enano me mira, señal que me hizo reaccionar cerrando la puerta, y la boca. Me señala la silla frente a ellos con la vista, lo único que me separaría de ellos era la mesa de centro, como un cordero que se camina al matadero, me dirijo a la silla, tomo asiento lentamente observando con terror al par de gorilas, quizás la única razón por la que obedecí, sus expresiones eran un claro "Vamos chico, desobedece y verás", al terminar de tomar asiento, sin atreverme aún a preguntar alguna cosa, el enano asiente, en ese instante sentí como un verdadero perro mostrando la nueva "gracia" aprendida. Finalmente el enano se saca el puro de la boca y recorre con la mirada mi mesa de centro, buscando algún cenicero, al observar que no encontró ninguno, sentí como mi rostro se cubría de un pequeñas perlas de sudor, mientras observé para todos lados en busca de algo parecido a un cenicero, a pesar de no fumar. El enano echa un vistazo a su guardaespalda del costado derecho y éste, de forma automática, mete su mano derecha en su chaqueta. Hay momentos en que ves tu vida completa pasar en un minuto frente a tus ojos, especialmente cuando un tipo gigante con apariencia de gángster mete su mano en su chaqueta, acción que toma menos de un minuto, pero en ese pequeño lapso de tiempo mi cerebro, rápidamente, comienza a tomar los recuerdos más importante dejando a un lado algunos que no vale la pena recordar, todo en virtud del tiempo, que para mí fue un minuto. El gorila saca la mano de la chaqueta y, automáticamente, cierro los ojos esperando lo peor, sólo escucho un golpe seco sobre la mesa, abro lentamente el ojo izquierdo y miro como el enano deposita su puro en un cenicero.

-Bonito departamento –dice con voz ronca y carrasposa, observando todo a su alrededor. Detiene la mirada en el dormitorio que se podía observar desde su posición- ¿Es de un dormitorio?

-ss...si –respondí, tratando de recuperarme del susto anterior.

-¿Y por qué?-preguntó, con un tono que me hizo pensar que ya conocía la respuesta.

-porque no...no necesito otro –ví su mirada y sabía que debía agregar más a la respuesta-… pu... pues vivo solo.

-¡Maldita sea!-grita, golpeando la mesa con su mano derecha.

            De mi silla salté más de un metro, debí suponer desde un principio que las cosas se pondrían feas, pero no pensé que fuera tan pronto. Los gorilas solo esperaban la orden de su pequeño jefe, quién continuó en tono golpeado y fuerte, su rostro rojo por el esfuerzo.

-Los tipos como tú me dan asco y, lo que es peor, me dan problemas, imagino que no deseas darme problemas ¿verdad? -dice colocándose de pie con las manos sobre la mesa y acercando su cabeza hacia mí, con una sonrisa que no era de amabilidad.

            Yo negaba con la mi cabeza hundido en la silla

- Mira chico... -ceremoniosamente se vuelve a sentar y rascándose la frente por unos segundos, cambiando su expresión a una de preocupación, como cuando un padre le habla a su hijo para explicarle los golpes de la vida que puede recibir en el futuro- las cosas del Amor no son color Rosa como todo el mundo cree o dice, es más bien color Verde… como decírtelo más claro… más que un sentimiento es un negocio, un negocio en donde se mueve mucho dinero, cantidades que ni te imaginas y donde hay mucho dinero existen muchas personas que quieren su tajada, justamente esas personas son las que –junta las manos empuñadas y realiza el gesto de retorcer algo- me presionan, por ejemplo, tenemos a las compañías de tarjetas, un montón de seudo-pensadores, que vierten sus idiotas palabras en idiotas imágenes –el gesto de repugnancia fue muy expresivo de su parte-, los puedo manejar. El sindicato de Floristas, tipos duros, pero que saben cómo tratar una flor, algo irónico de su parte, también los puedo manejar. Finalmente están los fabricantes de peluches, esos tipos sí que son como en concreto, no te creerías con que rellenan esos tiernos monigotes, - miró una zona de mí anatomía que me dejó muy preocupado-. También uno que otro pequeño minorista, que me hacen la vida difícil –se echa hacía atrás para tomar aire-. Todos ellos exigen cumplimiento de cuotas, o sea cantidad de personas enamoradas que revoloteen por ahí, los únicos clientes de estos malditos, por lo que dependen de mí para asegurar el negocio, mientras tú aquí te das la vida de lombriz solitaria.

-¿y quién es Ud.?-decidí a preguntar de una vez, terminado su discurso, a pesar de estar aterrado por mi propio atrevimiento.

-¿Quién soy?... Jajaja -ríe mirando a sus gorilas, con un tono fuerte y burlesco.

            El enano se coloca de pie, manteniendo la sonrisa burlona en su regordete y barbudo rostro, comienza a desabrocharse la gabardina, dejándola caer, sólo llevaba puesto un pañal, mostrando toda su peluda y brillante panza, para mi sorpresa, de su espalda asomaron dos pequeñas alas, de las que escaparon un par de plumas.

-¡Soy el maldito cupido! -dijo con voz fuerte, que coloreó su rostro al rojo, los gorilas y yo temimos de aquella imagen.

-¿Cu..Cupido?. Pero que haces aquí… ¿existes? –Debió ser mi primera pregunta-… ade...además yo vivo solo.

-Por esa misma, y única, razón vengo, para realizar mi trabajo –responde Cupido, volviendo a tomar el puro-. Eres un verdadero dolor de cabeza en nuestro negocio, ninguno de mis inútiles empleados, esos caritas de bebé que rondan por ahí, han cumplido, y aquí me tienes "si quieres que las cosas se realicen bien debes hacerlas tú personalmente", así que espero tu colaboración esta vez chico, porque no creo que desees que aquí, mis socios Desconsuelo –apuntando al gigante de la derecha- y Despecho -apuntando al de la izquierda- te enseñen el verdadero significado de "el amor duele".

            Cada uno de los gigantes, en forma sincrónica, abre la mano izquierda que luego golpean con el puño derecho, mientras Cupido mantenía su sonrisa burlona. Le da un vistazo a uno de los gorilas, el de la izquierda, quien instantáneamente realiza la misma rutina que su gemelo, introducir su mano en la chaqueta, de la que saca un pequeño papel, que entrega a su pequeño jefe, éste lo toma y lo deja en la mesa, sin ningún tipo de delicadeza, al menos no la que uno esperaba de Cupido. La arrastra hacía mi.

-¿La reconoces? –me pregunta sacando la mano de encima del papel.

            El pequeño papel resultó ser una fotografía de una mujer de cabello largo, y oscuro, un rostro un poco alargado y con frenillos, con cierto trabajo comencé a pensar de quién se trataba. Después de pensar un momento la reconocí

-Es la cajera del lugar donde voy a cancelar las cuentas –respondí.

-Correcto, comenzamos con el pie derecho... –comenta Cupido realizando la pausa esperando algo de mí.

-¿Qué ocurre con ella? –pregunté, esperando que eso fuese lo que esperaba.

-Ella será tu nueva pareja, así todos podemos "ser felices comiendo..." y toda esa basura que viene -termina diciendo, mientras comienza a colocarse su gabardina.

-Momento Sr. Cupido…-interrumpí su trabajo de cubrirse las alas- ¿cómo que ella será mi nueva pareja?-traté de entender, aunque a decir verdad estaba claro.

-Mira chico –Dice Cupido levantando la vista del último botón de su gabardina-, ya te comenté que no deseo más problemas de los que ya tengo, así que estas son mis últimas palabras y escúchalas bien. Mañana vas a pagar tus cuentas y se enamoraran, se irán a vivir juntos, serán felices y..bla, bla, bla, mientras yo cumplo con las cuotas que mis otros socios exigen, cosa que también nos hará felices y, como ves, todos somos beneficiados. Simple.

            Cupido comienza a caminar, apagando antes el puro en el cenicero, realiza un gesto a sus gorilas los que sin tiempo para la duda se levanten, sin dejar de entregarme las más feas de sus caras, si es que eso fuese posible.

            No podía creer que me designen una pareja sin que yo pueda escoger, al menos me atraiga en lo más mínimo, recordé las historias de cómo las personas en la antigüedad preparaban los matrimonios, sin que los involucrados directos conocieran a su pareja, ese mismo tipo de compromiso, por interés,  ocurre en mi propio departamento.

-Pero ella no me atrae- dije, a pesar de no atender nuevamente a mi instinto de supervivencia.

            Cupido se gira, ya con un color morado, mágicamente se encontraba con un nuevo puro, del que echo la mayor cantidad de humo que pudo. Se acerca a mi estantería, recorre con la vista todos los libros y toma el más grueso, se lo entrega a su guardaespaldas de la izquierda, creo que se llamaba Despecho, mientras lo entrega su rostro cambia, casi sin que yo lo pueda notar, a uno más tranquilo y hasta apacible.

-Imaginemos que este eres tú, hipotéticamente claro está -dice apuntando hacia atrás, en dirección del gorila con el libro- y como podrás observar mi socio realizará una pequeña demostración de lo que podría llegar a sucederte, accidentalmente claro está.

            Cupido levanta su mano derecha y chista los dedos, a lo que Despecho, como si se tratara de 2 hojas, rompe sin esfuerzo el libro con más de 950 páginas, un hermoso ejemplar con la obra completa de Dalí. Cupido aspira su puro, disfrutando profundamente aquella bocanada.

-Si mañana –comienza a decir- a las 9.00 de la mañana no te encuentras pagando tus benditas cuentas con la cajera, mis colegas aquí –con el pulgar apunta hacía atrás- estarán gustosos en llevar a un hombre con las piernas quebradas a pagar sus cuentas "capicci".

-Esta bien Sr.- respondí para que de una vez se fueran de mi departamento.

            Uno de los Gorilas abre la puerta, el otro sale primero, observa para ambos lados del pasillo del piso, se hace a un lado y Cupido comienza su salida, finalmente el gorila que abrió la puerta sale dando un portazo que pensé terminaría con ella.

            Con mi corazón latiendo a mil por horas, no por la noticia de saber que mañana tendría que enamorarme, sino por el problema en que me había metido por seguir soltero y sin amar a nadie. Me levanté y lentamente caminé hacía el balcón, me asomé por él, pensando en la pregunta que invadiría mi mente hasta mañana "¿qué me pasará mañana?".

4 comentarios:

Mis monos voladores (sí, los mismos del Mago de OZ) chequearan el comentario, de parte mía y de mis monos editores te agradecemos tu participación. uuuaaaaaa!! (esos son mis monos).